¿Por qué Juzgar a las Personas nos Hace Infelices?
Por Toni Bernhard
Traducido por Roberto González Lazo directamente de Tiny Buddha
Lo que importa no es lo que miras, sino lo que ves. Henry David Thoreau
A una amiga mío le gusta bromear que morir será un alivio porque eso le pondrá final a "la pesada carga de juzgar" como ella lo llama. Ella se ve a sí misma yaciendo en la cama del hospital y momentos antes de su muerte, notar el techo y pensar: "¡Qué feo color verde del techo!"
Aquí hay una propuesta modesta: Promete que por el resto del día, no vas a juzgar a tus amigos, ni a extraños que te encuentres de casualidad. Esto incluye a tu amigo que no deja de hablar, o a un amigo que siempre se está quejando de su vida. Incluye a extraños que ves en la calle o ves en una sala de espera.
Yo digo que es una propuesta modesta, porque ni siquiera me estoy dirigiendo al tema de auto juzgarnos. Solo estoy pidiendo que no juzgues a tus amigos o a extraños.
¡Es completamente posible que no pasarán unos minutos sin que juzgues a alguien!
"¿Así que, por qué no simplemente juzgar?"
Para responder eso, déjenme comenzar dibujando una distinción entre juicio y discernimiento. Discernimiento significa percibir las cosas como son, punto.
El juicio es lo que le agregamos al discernimiento cuando hacemos una comparación, implícita o explícita, entre cómo las cosas o las personas son y cómo pensamos que deberían ser. Así que en el juicio hay un elemento de insatisfacción con la manera en que las cosas son y un deseo de que las cosas sean de la manera que queremos que sean.
Tomemos a ese amigo hablador, pensar o hablar en un tono neutral, puramente descriptivo sería: "el puede hablar sin parar por 15 minutos" es un ejemplo de discernimiento - asumiendo que la evaluación es precisa, simplemente estamos describiendo las cosas como son.
Por otro lado, pensar o hablar en un tono negativo sería: "el puede hablar sin parar 15 minutos", es un ejemplo de juicio porque el tono negativo revela nuestra insatisfacción por como es y nuestro deseo de que sea diferente.
El mismo análisis aplica con nuestro amigo quejumbroso, si decimos: "Se quejó de su vida toda la tarde", dependiendo de nuestro tono, podría ser una observación neutral (discernimiento), o podría reflejar nuestra insatisfacción por él y nuestro deseo de que sea diferente (un juicio).
Ahora piensa en los extraños, si eres como yo, casi siempre hay un juicio sutil, hay un elemento de insatisfacción con la manera en que las cosas son y un deseo de que las cosas (o las personas) sean como nosotros queremos que sean.
¡Así que el juicio es una receta para el sufrimiento: empieza con nuestra insatisfacción de como una persona es y una mezcla de nuestro deseo de que sea de otra manera. Para hacer ese sufrimiento lindo y rico, estate seguro que el deseo se apegue fuertemente a la insatisfacción!
No significa que tenemos que salir con alguien que habla más de lo que nos gusta, o quien no hace nada más que quejarse de su vida. Pero podemos elegir estar con ellos sin juzgarlos. Cuando lo hacemos, se siente bien: tiene esa cualidad placentera de soltar el apego a la manera en que queremos que las cosas sean.
Como para esos extraños, quizás la mujer que vi tiene una condición médica que resulta en subir de peso, o quizás come para lidiar con sentimientos desagradables. Quizás el hombre estaba usando la única corbata que tiene. Juzgarlos no hizo nada para aliviar su sufrimiento, y ciertamente no alivió el mío.
Ahora intenta este experimento. Piensa en un par de amigos que te molestan en cierta manera. ¿Puedes dejarlos ser de la manera que son sin desear que sean de otra manera? ¿Quedándome con mis dos ejemplos, puedes abrir tu corazón a la habladuría o su quejumbres?
Walt Whitman dijo, "Yo contengo multitudes". Me gusta pensar en el mundo conteniendo multitudes. Hago esto pensando conscientemente: "Este mundo es lo suficientemente grande para el hablador y el callado, por los quejumbrosos y los no quejumbrosos.
Juzgar es una respuesta tan bien engranada que difícilmente noto cuando lo estoy haciendo, así que tengo un condicionamiento de una vida entera que superar. Pero vale la pena, porque cuando no juzgo, siento los beneficios en mi mente y mi cuerpo: me siento liviano como pluma.
Espero verdaderamente poder librarme de esa carga pesada del juzgar antes de ese momento en la cama del hospital cuando esté viendo el techo verde!