Conociendo el Dolor con Conciencia

 
 

¿Has notado que tu conciencia del dolor no esta sintiendo dolor incluso cuando tu si estás sintiéndolo? Estoy seguro que si te ha pasado. Es una experiencia muy común, especialmente en la infancia, pero una experiencia que usualmente no examinamos o hablamos de ella porque es tan pasajera y el dolor mucho más irresistible en el momento en el que nos llega. 

¿Alguna vez has notado que tu miedo no está asustado incluso cuando tu estás aterrado? O que tu conciencia de la depresión no está deprimida, que tu conciencia de tus malos hábitos no es esclava de esos hábitos; o quizás incluso ¿qué tu conciencia de quien eres no es quien crees que eres?

Puedes poner a prueba cualquiera de estas proposiciones tu mismo en cualquier momento que quieras simplemente investigando la conciencia - haciéndote consciente de la conciencia misma. Es fácil, pero difícilmente pensamos en hacerlo porque la consciencia, como el momento presente mismo, virtualmente es una dimensión escondida en nuestras vidas, incrustada en todos lados y por lo tanto no tan notable en ningún lugar. 

La conciencia está inmanente, e infinitamente disponible, pero está camuflageada, como un animal tímido. Usualmente requiere cierto grado de esfuerzo y quietud, para poder echarle un vistazo, y mucho más poderle dar una mirada sostenida. Tienes que estar alerta, curioso y motivado a verla. Con la conciencia tienes que tener ganas de dejar que el conocerla venga a ti, invitarla a entrar, silenciosamente y hábilmente en medio de lo que estás pensando y experimentando. Después de todo, ya estás viendo; ya estás oyendo. Hay conciencia en todo eso, entrando a través de todas las puertas de los sentidos, incluyendo tu mente, aquí mismo, ahora mismo. 

Si entras en conciencia plena en medio del dolor, incluso por un momentito, tu relación con el dolor va a cambiar en ese mismo momento. Es imposible que no cambie porque el gesto de aguantarlo, incluso si no es sostenido por mucho tiempo, incluso por un segundo o dos, ya revela su dimensionalidad más grande. Y ese cambio de relación con tu experiencia te da más grados de libertad en tu actitud y en tus acciones en una situación dada, sea cual sea... incluso si no sabes que hacer. El no saber es su propio tipo de saber, cuando el no saber se abarca en conciencia. Suena extraño, lo se, pero con la práctica constante puede comenzar a tener sentido para ti, viceralmente, al nivel de las entrañas,  mucho más profundo que el pensamiento. 

La conciencia transforma el dolor emocional igual que transforma el dolor que atribuimos más al nivel de las sensaciones corporales. Cuando estamos inmersos en el dolor emocional, si ponemos mucha atención, notaremos que siempre hay una capa de pensamientos y una plétora de diferentes sentimientos acerca del dolor en el que estamos, así que aquí también la constelación completa de lo que concebimos como el dolor emocional puede ser bienvenida y sostenida en conciencia plena, loco como pueda sonar de buenas a primeras. Es increíble que tan desacostumbrados a hacer tal cosa, y que tan profundamente revelador y liberador puede ser relacionarnos con nuestras emociones y pensamientos de esta manera, incluso cuando son de ira y desesperación - especialmente cuando son de ira y desesperación. 

Ninguno de nosotros necesita infligir dolor en nosotros mismos justo para que podamos tener la ocasión de poner a prueba esta propiedad única de la conciencia plena de ser más grande que o de una naturaleza diferente por completo que nuestro dolor. Todo lo que tenemos que hacer es estar alerta a la llegada del dolor cuando aparezca, cualquiera que sea su forma. Nuestra alerta da origen a la conciencia plena al momento del contacto con el evento que lo inicia, ya sea una sensación o un pensamiento, una mirada o un vistazo, lo que alguien dice, o lo que sucede en cualquier momento. La aplicación de sabiduría sucede aquí mismo, en el punto de contacto, en el momento de contacto, ya sea que simplemente te hayas pegado en el dedo gordo con un martillo o el mundo repentinamente tome un giro inesperado y seas enfrentado a un aspecto u otro de la catástrofe completa, y de repente la pena y el dolor, la ira y el miedo parezcan haber tomado lo que se siente como una residencia permanente en tu mundo. 

Es en ese momento, y en su secuela, en el que podemos traer conciencia plena al estado en el que nos encontramos, el estado del cuerpo y de la mente y el corazón. Y después damos un salto más, trayendo conciencia a la conciencia misma, notando si tu conciencia misma está sintiendo dolor, o enojada, o asustada o triste. 

No lo estará, no puede estarlo. Pero tienes que averiguarlo tu mismo. No hay libertad en solo pensarlo. El pensamiento solo es útil para recordarnos que tenemos que ver, abarcar ese momento en particular en conciencia plena. Es entonces cuando revisamos. Incluso podrías decir que esa es la revisión, porque la conciencia conoce instantáneamente. Puede que solo dure un momento, pero en ese momento yace la experiencia de libertad. La puerta a la sabiduría y la compasión, las cualidades naturales de nuestro ser cuando experimentamos libertad, se abre justo en ese momento. No hay nada más que hacer. La conciencia plena la abre y te invita a echar un vistazo adentro, aunque sea solo por un segundo, y que veas por ti mismo. 

Esto no es sugerir que la conciencia plena es una estrategia fría y sin sentimientos para dar la vuelta desde las profundidades de nuestro dolor en momentos de angustia y pérdida en su  prolongada secuela. La pérdida y la angustia, el coraje y la pena, la ansiedad y la desesperación, así como la alegría disponible para nosotros, yacen en el centro mismo de la humanidad y nos llaman para hacerles cara cuando se originan, y conocerlas y aceptarlas como son. Es precisamente voltear hacia y abarcar, en lugar de darle la vuelta o una negación o represión del sentimiento a lo que se apela y lo cual la conciencia plena encarna. La conciencia plena quizás no disminuya la enormidad de nuestro dolor en todas las circunstancias. Pero si provee una canasta más grande para sostener tiernamente y conocer íntimamente nuestro sufrimiento en cualquiera y todas las circunstancias, y resulta que eso, es transformador y puede hacer toda la diferencia entre el encarcelamiento sin fin en el dolor y sufrimiento y la libertad del sufrimiento, aunque no tengamos inmunidad a las diversas formas de dolor a las que, como seres humanos, estamos sujetos. 

Por supuesto que oportunidades, grandes y pequeñas abundan para traer conciencia a lo que sea que esté pasando en nuestras vidas diarias, y de esta manera nuestra vida entera puede volverse un completo cultivo de mindfulness en este aspecto. Tomar el reto de despertar a nuestras vidas y ser transmutados por el despertar mismo es su propia forma de yoga, el yoga de la vida diaria, aplicable en cualquier momento: en el trabajo, nuestras relaciones al criar a los niños si somos padres, en nuestras relaciones con nuestros propios padres, ya sea si viven o han fallecido, en nuestras relaciones con nuestros propios pensamientos acerca del pasado o el futuro, en nuestras relaciones con nuestros cuerpos. Podemos traer conciencia a lo que sea que esté pasando, a los momentos de conflicto y a los momentos de armonía, y a los momentos tan neutrales que quizás no los notemos del todo. En cada momento, puedes poner a prueba por ti mismo si trayendo conciencia plena a ese momento, el mundo se abre o no se abre en respuesta a tu gesto de mindfulness, "se ofrece o no a si mismo", en la encantadora frase de la poetisa Mary Oliver "a tu imaginación", si permite o no nuevas y más grandes maneras de ser y ver lo que es, y por lo tanto quizás te libere de los peligros del ver parcialmente y del apego usualmente fuerte que puedas tener a cualquier punto de vista parcial simplemente porque es tuyo y por lo tanto tu eres parcial para él. Cautivado, una vez más, incluso cuando estás en gran dolor, con la historia mía, que estoy ocupando creando inconscientemente, simplemente desde el hábito, tengo una oportunidad, incontables oportunidades, para ver su desenvolvimiento y de cesar y desistir de alimentarla, de expedir una orden de restricción si es necesario, darle vuelta a la llave que ha estado yaciendo en el candado todo el tiempo, salir de la jaula, y por lo tanto conocer el mundo en maneras más expansivas y por lo tanto apropiadas abarcándolo completamente en lugar de contraerme, retroceder o darle la vuelta. Esta disposición de abarcar lo que es y entonces trabajar con ello implica mucho coraje y presencia de mente.

Así que en cualquier momento, lo que sea que esté pasando, siempre podemos revisar y ver por nosotros mismos. ¿La conciencia plena preocupa? ¿La conciencia plena se pierde en la ira o la avaricia o el dolor? ¿O la conciencia plena traída a cualquier momento, incluso el momento más pequeño, simplemente conoce, y en el conocer, nos libera? Chécalo. Es mi experiencia propia que la conciencia plena nos trae de regreso a nosotros mismos. Es la única fuerza que conozco que puede hacerlo. Es la quintaesencia de la inteligencia, física, emocional, y moral. Parece como si necesitase ser conjurada pero realmente, está aquí todo el tiempo, solo para ser descubierta, recuperada, abarcada, establecida. Aquí es donde entra el refinamiento, en el recordar. Y entonces, en el dejar ir y el dejar ser, descansar en, en las palabras del gran poeta Japones Ryokan, "solo esto, solo esto". Esto es a lo que se refiere con la práctica de mindfulness. 

Como hemos visto, el reto es doble: primero traer conciencia plena a nuestros momentos lo mejor que podamos, incluso en maneras pequeñas y pasajeras. Segundo, sostener nuestra conciencia plena y llegar a conocerla mejor y vivir dentro de su totalidad mayor y que nunca disminuye. Cuando así lo hacemos, vemos a los pensamientos liberándose a sí mismos, incluso en medio de la pena, como cuando tocamos una burbuja de jabón. Puff, se fue. Vemos la pena liberarse a sí misma, incluso mientras actuamos para aliviarla en los demás y el resto en la intensidad de lo que es. 

En este reto podemos conocer lo que sea y todo con mayor apertura, podemos sostener los retos que encaramos con mayor fortaleza, paciencia, y claridad. Ya vivimos en una gran realidad, una de la que podemos tomar recursos cuando abarcamos el dolor y la pena, cuando se originan, con una presencia sabia, con conciencia, con actos de amabilidad y respeto hacia uno mismo y hacia los demás sin obstáculos, que ya no se pierden en la división ilusoria entre lo interno y lo externo. 

No obstante para hacerlo, hablando de manera práctica, en el curso de una vida, usualmente requiere algún tipo de marco de trabajo general que nos de un lugar para comenzar, recetas que intentar, mapas que seguir, recordatorios sabios que darnos a nosotros mismos, todos los beneficios para nosotros de las experiencias y conocimiento duramente ganados de los demás. Y esto incluiría, cuando los necesitemos, varias rampas en la conciencia y la libertad que son, irónicamente, aquí para nosotros y en cada momento, y no obstante, a veces, son al parecer tan distantes y lejos de nuestro alcance. 

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