Recableando tus emociones
¿Piensas que estás destinado a responder de la misma manera emocionalmente a los mismos detonadores? No necesariamente, dice Sharon Beagley. Con un poco de entrenamiento mental, puedes trazar nuevos caminos.
Google cambia el cerebro. Jugar juegos de computadora cambia el cerebro. Conversar de manera compasiva cambia el cerebro.
Si mas o menos esperas que esta lista sin fin eventualmente incluya, oh, hacer sopa de bolas de matzo cambia el cerebro, no estás solo. Es verdad que muchos estudios científicos sólidos muestran que el cerebro adulto puede cambiar en respuesta a los que hacemos y las vidas que llevamos. Pero están en peligro de saturarse, al menos en el entendimiento público, por declaraciones mucho menos rigurosas. (El jurado todavía está en Google, juegos y conversación, pero estoy muy segura que hacer sopa no acortará la lista).
Es una pena ver algo tan significativo científicamente como la neuroplasticidad - la habilidad del cerebro adulto de cambiar su estructura o función de una manera constante - sobre popularizada al punto d que podría comenzar a perder su significado real.
La promesa de aprovechar la neuroplasticidad para aliviar el sufrimiento es genuina. Desde la terapia física que cambia la parte del cerebro para que pueda hacer el trabajo de otra parte del cerebro que ha sido devastada por un derrame, a la terapia basada en mindfulness que silencia el circuito responsable del trastorno obsesivo compulsivo, las técnicas usando los principios de la neuroplasticidad ya están siendo usadas por médicos y terapeutas. ¿Pero qué tan lejos puede ir la neuroplasticidad?
Quizás tanto como una restablecimiento emocional - usar la neuroplasticidad para cambiar la manera en como respondes emocionalmente a las altas y bajas de la vida. El Neurobiologo Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, un experto en el cerebro emocional, lo llama "la terapia comportamental inspirada neuronalmente". El está hablando de un tipo de terapia que identifica la actividad cerebral que subyace a un tipo emocional que deseas cambiar, como la tendencia a quedarse atascado en la ira, y entonces se enfoca en esta actividad cerebral con ejercicios mentales diseñados para alterarla. El resultado es un estilo emocional más saludable, como lo llama Davidson.
Esta misión aún está en su infancia, pero hay pistas de que funciona. Mucha de la investigación de Davidson se ha centrado en determinar los patrones de actividad cerebral que caracterizan a las facetas de nuestro estilo emocional, tales como qué tan bien mantenemos los sentimientos positivos. (Información completa: Fui coautora del libro de Davidson del 2012, La Vida Emocional de tu Cerebro). Las personas que están un poco familiarizadas con la estructura del cerebro podrían asumir que estos patrones ocurren dentro del sistema límbico del cerebro, una región evolutivamente antigua que incluye la amígdala, las dos estructuras en forma de almendra que son responsables por los sentimientos de ansiedad y miedo.
Si estos patrones estuvieran alojados en esta antigua región del cerebro, donde emergen nuestros poderosos instintos de supervivencia, se nos acabaría la suerte. Piensa en intentar usar tu voluntad para ser feliz o triste, o cualquier otra emoción, con la fuerza bruta de un sobreviviente. No se hace tan fácilmente. No se tu, pero me siento miserable y si alguien simplemente me dice que me anime, quiero ahorcarlo.
Afortunadamente, los circuitos emocionales del cerebro están de hecho conectados con los circuitos pensantes, que son mucho más accesibles a la voluntad consciente. Este ha sido uno de los descubrimientos más importantes de Davidson: el "cerebro cognitivo" también es un "cerebro emocional". Como resultado, la actividad en ciertas regiones cognitivas manda señales a las regiones que generan las emociones. Así que mientras que no puedes simplemente ordenarte tener un sentimiento en particular, puedes acceder a tus emociones por tus pensamientos.
Esto es más fácil de entender con ejemplos. Davidson descubrió que las personas que tienen mayor poder de recuperación - capaces de recuperar su equilibrio emocional después de un problema en lugar de permanecer en la ansiedad, ira, depresión u otra emoción negativa - tienen fuertes conexions entre su corteza prefrontal izquierda (CPI) y la amigdala. La CPI izquierda manda señales inhibitorias a la amigdala básicamente diciéndole que se calme. Como resultado, los sentimientos negativos generados por la amígdala disminuyen, y ya no estás atascado en la infelicidad o el resentimiento. Por contraste, las personas con poco poder de recuperación emocional (incluyendo aquellas con depresión, quienes quedan destrozadas por cada desilusión) tienen menos o más débiles señales entre la CPI y la amigdala, debido a la baja actividad en el CPI o conexiones pobres entre ella y la amígdala).
La terapia inspirada neuronalmente para incrementar el poder de recuperación, después, fortalece el CPI izquierdo para que mande señales inhibitoroas más fuertes y más duraderas a la amígdala. Una manera de hacer esto dice Davidson, es la meditación mindfulness, en donde tu observas tus pensamientos y sentimientos con la objetividad de un testigo desinteresado y no juicioso. Esta forma de entrenamiento mental te da la "oportunidad de pausar, observar qué tan fácilmente la mente puede exagerar la severidad del problema, notar que es un proceso mental interesante, y resistir caer en el abismo", me dijo él. Como resultado, tu creas conexiones más fuertes entre el CPI y la amígdala, y por lo tanto menos sentimientos persistentes de ira, tristeza y el probable bajón emocional.
"La meditación te da la oportunidad de pausar, observar que tan fácilmente la mente puede exagerar la severidad del problema y resistir caer en el abismo" Richard Davidson.
Otra forma de fortalecer el circuito que apoya el poder de recuperación emocional es a través del entrenamiento de restructuración cognitiva, en el cual tu retas la veracidad de los pensamientos catastróficos ("Estoy varios días retrasado en el trabajo, me van a despedir"). Esto compromete directamente la corteza prefrontal, dice Davidson, "resultando en una inhibición prefrontal incrementada de la amígdala".
Davidson ha descubierto que en aquellas personas cuyo modo por dafault es un marco mental positivo y una sensación de bienestar, hay actividad elevada en el CPI izquierdo así como en el núcleo accumbens. Esta es una estructura en lo profundo del cerebro que está asocidada con el placer y el sentido de recompensa y la motivación. En contraste, en personas con un estilo emocional consistentemente negativo, el núcleo accumbens está callado y se encontró tener pocas conexiones con el CPI.
Así como la mayor parte del aparato emocional del cerebro, el núcleo accumbens no es alcanzable a través de el pensamiento consciente directo, no puedes activarlo a voluntad. Sin embargo, Davidson cree que puedes explotar sus conexiones con el CPI, el cual es accesible al pensamiento consciente. La gran fortaleza del CPI es la planeación, imaginar el futuro, y ejercitar auto control. Poniéndote en situaciones que demandas pensamiento proactivo, dice él, puedes fortalecer el CPI y por lo tanto la habilidad activar el núcleo accumbens. Podrías por ejemplo, ponerte en una situación donde atrae la recompensa inmediata - la comida prohibida funciona usualmente, aunque cualquier cosa divertida cuando se supone que deberías estar trabajando también sería efectiva - y resistir su llamado de sirena.
Cuáles son los límites de la neuroplasticidad? La respuesta honesta es, no sabemos. Pero cuando los neurocientíficos en el pasado se mofaron del poder del cerebro de cambiar en maneras significativas, como remapear la corteza para restaurar la mobilidad después de un derrame, a menudo fueron desmentidos. Un estudio incluso muestra que el cerebro es suficientemente plástico para cambiar en respuesta a las demandas cognitivas que son nuevas para la evolución como el hollín industrial que causó que las polillas desarrollasen alas con escalas grises. A principios de este año, los científicos de Stanford descubrieron los coordinados anatómicos de la región cerebral, de menos de un quinto de pulgada de tamaño, que se encarga la visión de números. Si, el cerebro se ha especializado para procesar las probabilidades de 5 y 24. Ya que, "nadie nace con la habilidad nata de reconocer los números", dice el neurocientífico de Stanford Josef Parvizi, "es una demostración dramática de la capacidad de cambio de nuestros circuitos cerebrales" en respuesta a la educación y la cultura.
Si una exposición regular a las tarjetas del 2+2, señales de especiales de ofertas en las ventanas de las tiendas, y otros dígitos en nuestro mundo es suficiente para causar que el cerebro desarrolle un circuito cerebral especializado, seguramente estamos solo en el Acto 1, escena 1, de entender el poder de la neuroplasticidad y cómo explotarla.
Sharon Beagley es el jefe de corresponsales de salud y ciencia de Reuters, autor de Entrena tu Mente, Cambia tu Cerebro, y coautora con Richard Davidson de La Vida Emocional de tu Cerebro.